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El Poema de Pentaur es un célebre escrito épico realizado por el escriba Pentaur por encargo de Ramsés II, narrando la batalla de Qadesh, en la que se enfrentaron los ejércitos de Ramsés y del rey hitita Muwatalli II.
El poema, escrito años después de la batalla, adorna la derrota del estamento militar y el triunfo de Ramsés II, denostando al primero por cobardía y elogiando al segundo por su gran valentía. Relieves e inscripciones recordarían para siempre la gesta, presentando al faraón como el héroe que se enfrentó solo a numerosos enemigos y salvó una situación desesperada: Ramsés II ordenó que el boletín de guerra fuese divulgado en los principales templos, de tal manera que se encuentra grabado en los bajorrelieves que adornan las paredes de los templos de Abidos, del Ramesseum, de Karnak y de Abu Simbel, y en los pilonos de Luxor. El texto del boletín, sobrio y conciso, está acompañado por este otro más descriptivo, de carácter decididamente literario, y que nos ha llegado grabado en el ala derecha de la Gran Sala Hipóstila de Karnak y también escrito en papiro (Papiro Sallier III). Es la primera muestra de propaganda política conocida.
Los hechos acaecieron durante el quinto año de su reinado: El rey, a la cabeza de sus tropas, avanzaba hacia la ciudad de Atech o Kuotchu, la antigua Emeso, al noreste de Trípoli, en Siria. Engañado por falsos prófugos (beduinos que Muwatalli empleaba como espías), cayó en una emboscada y fue rodeado por el ejército enemigo. Ramsés quedó solo con su guardia personal, compuesta por sesenta y cinco carros, frente a una multitud de enemigos que contaban con más de dos mil carros de guerra.
Eleva una oración al dios de Tebas, Amón, en quien pone toda su confianza:
El ejército egipcio, que se había retirado, vuelve a lanzarse siguiendo el ejemplo del Faraón:
Tras combate los generales alaban al faraón y le felicitan por su victoria:
Y así termina el poeta su relato:
Ramsés II, que necesitaba afianzar su papel histórico, magnificó su actuación en una batalla que no ganó, por medio de estas páginas épicas. La propaganda esconde disposiciones políticas que se fueron materializando en los años siguientes, al colocar el rey a sus hijos mayores al frente de las estructuras castrenses. Obviamente, sus jugadas políticas frente al estamento militar implicaban cierto riesgo, pero él supo administrarlo con gran habilidad, a partir de dos factores favorables a sus intereses: